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Ratanakiri

1 feb 2012

Ban Lung
 Despues de pasar un par de días en Kratie para poder ver los delfines del Irawadi o del río Mekong, nos fuimos a Ratanakiri,  una remota provincia cercana a la frontera laosiana y a la que hace sólo unos años era muy difícil el acceso durante la estación de lluvias.
Su capital es Ban Lung, lugar en el que nos encontramos ahora mismo.
La ciudad es pequeña y tranquila. Y tiene un no se que que me encanta.
Lo mejor para explorar la zona es alquilar una moto. En 10 km a la redonda del pueblo es posible visitar 3 cascadas.
La de Ka Tieng, la más alejada de las tres con unos 10 metros de altura. Es posible caminar por detrás de ella. Además pudimos disfrutar de ella para nosotros solos, algo que le añade un encanto especial.
Cercana a esta se encuentra la de Kinchaan, algo más pequeña, pero no por ello menos hermosa.

A las dos es posible acceder mediante una carretera un tanto irregular. Cada vez que pasa un coche una espesa nube de polvo se levanta, restando visibilidad y dejándote lleno de una capa rojiza. Dicen que es recomendable realizar la ruta con un lugareño porque es complicado encontrarlas, pero nosotros por nuestra cuenta no tuvimos demasiados problemas.

Ka Tieng

Tras esto y para completar el día, nos dirigimos a Boeng Yeak Laom, un lago volcánico situado en una cráter de una hermosura primitiva. Incluso parece que del espesor de la selva que lo rodea vaya a salir un dinosaurio en cualquier momento.
Rodeados sobre todo de lugareños, y por eso de “donde fueres haz lo que vieres” nos echamos al agua vestidos y todo.

Al agua!


Boeng Yeak Laom
Ademas de trekkings, en los alrededores también es posible visitar uno de los muchos poblados de minorías étnicas que existen por la zona. Nosotros, junto con un lugareño, nos acercamos a visitar primero una zona en la que extraen gemas. Básicamente lo que hacen son agujeros en la tierra. Uno de ellos se mete en el agujero para así ir llenando cubos. Estos cubos, llenos de tierra, los sacan a la superficie para buscar las preciosas gemas.

Tras relajarnos un poco en la casa de los padres de nuestro guía y comer con su madre y su hermano, nos fuimos a visitar el poblado de una minoría étnica donde no se suelen acercar muchos turistas. Dimos una vuelta por el pueblo, pero en lugar de acercarse y decirnos los típicos “hello” de otros lugares, aquí parecía que más bien nos tuviesen un poco de miedo. Nos miraban de lejos, pero no se acercaban. Incluso un señor del pueblo se acerco a preguntar a nuestro guía extrañado por nuestra presencia allí.
Vimos a niños de muy poca edad fumando,y según nos contaron, empiezan a fumar a la edad de 5 o 6 años para ahuyentar a los mosquitos. Las casas son muy humildes, al estilo de la mayoría de las casas de Camboya.

Casa típica
Podría decir que esta provincia, junto con la de Mondulkiri, es de lo que más me ha gustado de este país, del que aparte de los templos de Angkor no conocía demasiado. Un buen último destino antes de abandonar Camboya He aprendido de su historia, que me ha conmovido. Me han impresionado los templos de Angkor, y me han ayudado a hacerme la idea del esplendor que tuvo en su día el imperio Khmer. Y me ha maravillado su naturaleza, con sus cascadas, sus junglas, los pequeños pueblos dispersos por su geografía y su capital Phnom Penh. Mañana nos vamos a Laos. Nuevo país. Nueva moneda. Nuevo idioma.
De nuevo voy un poco a ciegas, exceptuando lo poquito que he leído en nuestra apreciada guía de la Lonely y lo que he podido ver por Internet, pero de donde antes de “planear” este viaje no sabia demasiado. Veamos que nos depara.

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