Un destino inesperado

Aunque en un principio no teníamos intenciones de parar en esta ciudad más que para usarla de conexión al sur, el hecho de encontrarnos con aquel chico en la montaña de Hua Shan y de tener que ampliar la visa en el menor tiempo posible nos trajo aquí.

Pero vayamos por partes.

Salimos de Wudang Shan y tomamos un tren con destino Chengdu, desde donde seguidamente tuvimos que coger un autobús para llegar a Leshan. ¿Porque Leshan? Porque nos tramitaban la ampliación de visado en únicamente 24 horas. Una vez aquí no podíamos dejar de visitar la estatua esculpida en piedra de Buda más alta del mundo.

En teoría y según cuenta la leyenda fue construido para calmar las aguas de los ríos y evitar que estos se desbordasen, y aunque surgió efecto, parece ser que mas bien se debió al hecho de que con los materiales sobrantes realizaron una especie de dique que por la presencia de Buda. Pero cada uno que crea lo que quiera!

Buda de Leshan

Así y tras recoger nuestra ampliación de visa sin ningún problema, nos encaminamos de nuevo hacia Chengdu. La ciudad, aunque grande (como la gran mayoría de la ciudades de China), no resulta tan agobiante, y es el lugar perfecto para poder ver pandas gigantes.

Aquí se encuentra el centro de Cría de Pandas Gigantes. Es mejor ir pronto por la mañana, que es cuando están más activos y les puedes ver comiendo y moviéndose un poco. Además tuvimos la suerte de poder ver crías y a algún que otro oso un poco juguetón.

Además la ciudad se merece al menos un par de días para visitarla, ver sus parques con sus casas de té, la plaza donde se encuentra la estatua de Mao, y en nuestro caso particular para descansar un poco.

Estatua de Mao

Y al fin, y desde el hostal, contratamos un tour chino (otra vez) para poder llegar al valle que nos recomendó aquel chino que nos cruzamos en Hua Shan y que nos llevo a replantear nuestro itinerario. Se trata de una reserva natural llamada Jiuzhaigou. El nombre significa “barranco de los Nueve Pueblos” en referencia a las 9 aldeas tibetanas que había en el valle.

La leyenda del valle cuenta que esta reserva fue creada por un demonio celoso, que hizo que la diosa Wunosemo soltara el espejo mágico que le había regalado su amante. Al caer este se rompió en 118 lagos turquesas.

Las fotos no hacen justicia a la belleza del lugar. Las aguas turquesas de los lagos, contrastan con los picos nevados de las montañas al fondo y el verde de los bosques.

Las aguas de algunos de los lagos son prácticamente transparentes, y algunas de un azul tan brillante que parecen sacadas de un cuento.

Cascadas, ruedas de oración activadas por las corrientes de los ríos, bambú, arboles emergiendo del río.. son otras de las vistas que se pueden apreciar.

Ruedas de oración en el río

Cascadas

Quien nos lo recomendó como un lugar que no nos podíamos perder lo definió como el cielo en la tierra.... y una vez visto he podido comprobar el por qué de tal afirmación.