Nha Trang y Mui Ne

Cambiamos el marco cultural de las ciudades en las que hemos estado los últimos días por un destino más playero.

Nos dirigimos a Nha Trang, ciudad costera del sur de Vietnam y destino turístico por excelencia.

Aterrizamos a una temprana hora en la ciudad, nada mas y nada menos que a las 6 de la mañana, cosa que nos permitió ver un amanecer en la playa.

Qué decir del lugar.. da la sensación de que ya no te encuentras en Vietnam. Edificios altos, restaurantes, turistas y más turistas conforman este lugar. Sin embargo, tiene sus encantos escondidos por la ciudad, como es la Pagoda de Long Son que dispone de un Buda sentado gigante, visible desde la ciudad. 

Buda sentado

Para llegar hasta él y recorrer un poco la ciudad alquilamos, por primera vez, una moto. Te da muchísima libertad a la hora de moverte, ademas de ser toda una experiencia y todo un arte con el trafico que hay (menos mal que mi compañero es un artista, porque si la tengo que conducir yo, estamos apañados)

En una de las gasolineras para motos repartidas por la ciudad.

Hay, también, una gran cantidad de islas que visitar. Una vez en el puerto de Cau Da, contratamos una ruta en barco por tres de ellas. Lo mejor de todo son las vistas que se disfrutan durante el trayecto.

Eso sí, una de las islas está convertida en una especie de resort y hay que pagar 150000 dongs para entrar (unos 5 euros). En otra de ellas pudimos visitar un acuario, nada espectacular, pero es una de la atracciones del lugar, donde tampoco hay muchas más cosas que hacer.

Si se quiere playa, descanso y fiesta es un lugar perfecto. Para mi, prescindible.

Pero si se quiere de verdad disfrutar de un entorno playero, pero diferente, hay que dirigirse, sin atisbo de duda, a Mui Ne. Alojados en un resort con piscina y a dos pasos de la playa, en una población que vive con calma, realmente este lugar me ha encantado.

Pasear por la playa, ver a los pescadores acondicionar sus redes, la sombra de las palmeras proyectadas en la arena al atardecer y escuchar el sonido del mar sin mayores distracciones es un placer.

Dunas rojas

Además en este lugar se encuentra lo que se conoce como el “Sahara” de Vietnam, con dunas de arena impresionantes. Se puede acceder a ella de diversas formas, contratando una moto-taxi, en todo terreno o por libre. Nosotros, y ya que le hemos cogido el gusto a esto de las motos y la libertad, nos fuimos por nuestra cuenta.

Las dunas rojas se encuentran muy cercanas al pueblo. Es curioso, desde las mismas dunas y con muchísimo calor, se divisa no muy lejano el mar y una frondosa vegetación. Por el lugar se encuentran gran cantidad de niños que alquilan plásticos para deslizarse por las mismas. 

Dunas blancas

 Un poco mas lejanas, a unos 25 km, están las dunas blancas, y a las que llegamos por suerte. No las localizábamos y nos acabábamos de dar la vuelta para regresar cuando paso un todoterreno con turistas. Y allí que nos pusimos a seguirles, y en buena hora, porque el lugar es una visita obligada. Ya a lo lejos, desde un camino de piedras, pudimos ver las dunas de un blanco muy reluciente, con un lago de azul intenso a sus pies. El contraste es mágico.

Para finalizar el día nos dirigimos al manantial del hada, al que se accede desde el mismo pueblo. Comenzamos el camino, y de repente vimos que había que realizarlo a través del mismo arroyo que fluye entre unas dunas y formaciones rocosas singulares. Así que, nos descalzamos y comenzamos el recorrido. El nivel del agua en estas fechas es bajo, y sólo llegamos a mojarnos un poco las rodillas en un tramo, necesario para llegar a alcanzar una pequeña cascada al final del camino. La vegetación a los lados del camino, el arroyo y el paisaje en general hace que sea fácil imaginar que te encuentras en un lugar lejano a cualquier tipo de población.

Completamente relajada y con la sensación de haber visitado un lugar especial me preparo para mi próximo destino Ho Chi Minh, o como muchos la conocen, Saigón.